A veces cuento los cuadros en la pared, lo que falta para amanecer. Así pasa el día aquí, imaginándome en mi mente tu voz hablándome, sentirte en mi piel.

Recordandote.

Los meses pasan y los recuerdos siguen tan intactos.
Ya van cuarto años desde que te fuiste, aún me haces falta.
Las tardes sin ti siguen siendo grises, sin sentido, pero poco a poco he dejado de extrañarte. Eso no quiere decir que te he olvidado, por favor, eres y serás mi mejor amigo a pesar de todo y aunque pase el tiempo lo seguirás siendo.
Sigues siendo indispensable en mi vida, sigo recordando todas nuestras tardes juntos como si no hubiera pasado nada tiempo, lo recuerdo todo y perfectamente. Tus carcajadas y tus "pitufina", aún las oigo resonar en mi cabeza una y otra vez, como si fuera mi alarma, mi recordatorio para que no me olvide de ti. ¿Y cómo es que me voy a olvidar de ti? Eso ni en un millón de años, ni en mil vidas va a suceder. Siempre estarás presente en mí, en mi sistema, pero sobre todo.... en mi corazón.

Extraño tanto jugar y pelear contigo, ahora espero con ansias el momento de volverte a ver.

 

Te quiero y jamás te olvido, Jordan.
Tu amiga, pitufina.

Regresé y más fuerte que nunca.
Sabía que no iba a ser sencillo y la verdad, no lo fue, pero al final de todo pude seguir adelante.

A veces la vida te da lecciones y te enseña que el sufrimiento hace recapacitar el alma, y eso me sucedió.
Comencé una vida nueva. Empezé a darme cuenta que lo unico que necesito para ser feliz es ser yo misma, mejorar mi persona. Decidí soñar a lo grande, esforzarme por lo que me apasiona y amo, valorar las cosas pequeñas porque esas son las satisfacciones más grandes.

Hoy vuelvo a creer que todos tenemos derecho a nuevas oportunidades de vida, me paso algo que me hizo reflexionar frente a la vida y doy mil gracias por estar bien, por respirar, sentir, vivir, dormir, soñar, despertar y por sobre todo amar.